Originalmente, lo perfecto es lo acabado, lo que ha conseguido su fin, la obra terminada según el objetivo que se había planteado su autor. Tiene que ver con algo artificial, con un objetivo propuesto, y no con la cosa en sí. Nada es perfecto en sí y por sí. En la naturaleza nada es perfecto, nada obra a causa de un fin.
Cuando el hombre dice de una cosa que es perfecta, lo dice porque tiene en mente un modelo genérico con lo que tiene que adecuarse la cosa. Sigue habiendo un fin, un objetivo, el del hombre.
La cosa perfecta es la cosa acabada, terminada, finalizada en fin, limitada, finita.
Lo imperfecto es lo no acabado, lo que no es limitado, lo infinito.
Más tarde se verá lo infinito, no como negación de límites, sino como afirmación de ser, como algo absoluto. Ahí empieza la trampa, la contradicción.