lunes, 15 de noviembre de 2010

Nombrar lo que no existe

"Lo que no se nombra no existe". Esta afirmación funciona muy bien en el humanidad. Y se utiliza de una forma manipuladora.
Si algo existe es que se ha nombrado. O sea, para que algo exista previamente ha se ser nombrado, ha de inventarse una palabra que lo nombre, lo identifique, le dé existencia, lo cree (crear).
Esto lo sabían muy bien los de la civilización del 'libro', la palabra crea; el verbo se hace carne; para que haya carne ha de haber verbo.
Porque ya lo dijo Parménides, "ser y pensar son uno y lo mismo".
Lo que no se piensa no es y lo que no es no se piensa.
Y esto funciona muy es este mundillo humano, que es el pensar, o más bien el no pensar, o más bien el pensar lo que el poder quiere que pensemos.
Esta forma de pensar está muy imbricada con la psicología humana y no es fácil soslayarla.
"Siento algo que no puedo explicar, que no puedo controlar, algo que me supera, pero lo siento y no sé lo que es, no lo puedo nombrar, entonces tiene que ser debido a algo superior, a algún poder superior, y de ahí me lanzo a un absoluto, a un poder absoluto, incomprensible, es lo más, lo más que yo considero bueno, lo mejor, y lo sustantivizo, el bien, y como lo siento, para que sea real le tengo que dar un nombre".
¿Qué creo? Que hay cosas inexplicables, que no nos podemos explicar, que quizás en un futuro sí podamos y que seguramente haya cosas que no. Que no podemos por nuestra propia limitación como humanos. De ahí solo hay un paso a considerar lo inexplicable como lo divino. Y no hay nada que objetar si somos conscientes de ello. Habrá cosas que con el tiempo se consiga una explicación de las mismas, y quedarán, supongo que siempre, cosas que no se lleguen a explicar. Y precisamente porque son limitados, en todos los sentidos.
Explicar las cosas es darles nombre, sentido, logos, pensamiento. Y para lo inexplicable hay que darle alguna palabra. Y esa palabra se puede revestir luego de otras muchas palabras que acaban dándole otro sentido, otra vida, otra existencia.
Yo creo que hay cosas que todavía no tienen explicación y cosas que seguramente nunca la tendrán. Si a eso lo queremos llamar divino, pues vale, pero punto sin más. Ahí me quedo. Lo divino es todo, todo porque no podemos explicárnoslo.

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